9 de noviembre de 2010

Celestino nº7

Y - TU


Las calles que transito, los ojos que miro
En ese pelo alborotado, en sus manos aladas
en el cansancio que te produce vivir por mí.

Y no bastaba el paso de sus labios.

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No voy a decirte como tienes que vestirte. Pero sí, te lo voy a decir.
No voy a imponer mi criterio. Pero sí, lo voy a imponer.

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Pero eres tonto. No te das cuenta, tus opiniones rozan mi intelecto como las ortigas, produciendo un autentico rechazo y la necesaria indiferencia para mirarte a los ojos con mi desdén mas elaborado.

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La clase de piano se vio abruptamente interrumpida por la necesidad de tocar sus pechos.
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La comisura de sus labios expelía una babilla propia de la vejez y la demencia senil.
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         Porqué me miras.
         Fácil.
         Estoy interesado, muy interesado y eso que hace veinticinco años que te conozco.
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Entran en el metro los amores del día. Todos los días son buenos para ilusionarnos. Una bella figura, una cara bonita, hacen un día soleado.

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Lo que me gusta en los sueños, No es de mi agrado llevarlo a cabo, llegar a la meta es insulso, construir el camino es lo ameno.
El velo de la noche se difumina, cae, levanta el día.

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Las gacelas.
Inquietas, nerviosas elegantes. Gacelas corriendo, saltando libres por la sabana de sus quince años.
El inmenso mundo es una aldea donde todo queda a mano.
Vencedor. La triste vida.

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Espero que el murmullo no me sea indiferente, que la larga noche no me espante y el día termine sin haber hecho lo suficiente.
El largo día termine sin haber hecho lo suficiente, espero que la larga noche no me espante, deseo que el murmullo no me sea indiferente.
Todos los días pasan por Antonio Machado, construyo mis líneas en la ciudad de los poetas.
         Voy a querer un suplemento de cariño.